LAS CASAS DE ANTES ESTÁN VACÍAS

La sobrecarga de información producida por las tecnologías y redes sociales, y el consumo de éstas, no nos permiten parar y analizar adecuadamente la información que estamos recibiendo. La prisa se ha convertido en un modo de vida y no nos da tiempo a pensar. Necesitamos detenernos y meditar en lo bueno y en lo malo de lo que sucede en nuestra sociedad y lo que nos pasa a nosotros mismos como individuos únicos; pensar en lo que nos gusta o no, en lo que somos y en lo que deberíamos mejorar.

En Las casas de antes están vacías utilizo retales viejos, guardados con paciencia, para crear las banderolas de mi propio castillo, tiras de telas cosidas unas a otras como vendas que evidencian y curan las heridas. Sitio en el que poder meditar con calma, atalaya en la que curarme las prisas. Sin tecnología, sin redes sociales, muro de quejas, confesiones y despechos.

Lápiz, hilo, loneta /260 x 100 cm / 2017